Desde su irrupción en el futbol, el VAR ha tenido muchas noches polémicas pero lo de Bahía-Defensa superó todo. El árbitro ecuatoriano Guerrero muy lejos estuvo del nivel que debería tener un juez en cuartos de final de una Copa Internacional. Tuvo muy poco tacto para situaciones en las que no debió complicarse, estiró a más no poder cada una de las situaciones de chequeo y terminó desvirtuando un partido que debió haber manejado sin inconvenientes.
Hubo cuatro posibles penales y en cada uno tardó cinco minutos en chequear. De esos cuatro, cobró tres y uno fue fallado por Gilberto. Luego del gol de Romero también se demoró en convalidarlo. En la siguiente jugada hubo gol del mismo Gilberto y volvió a demorarse para no cobrarlo por off side.
Se audicionaron 14 minutos en esa primera parte, verdaderamente hubo poco tiempo de juego neto y las constantes interrupciones hicieron imposible un desarrollo normal. En el segundo tiempo casi no tuvo protagonismo más allá de alguna falla sin importancia. Al final sus decisiones estuvieron acertadas pero no era necesario tomarse tanto tiempo para tomarlas. El primer tiempo de Bahía-Defensa prácticamente no fue un partido de fútbol.
