La primera consagración de Defensa a nivel internacional fue brillante. Se enfrentaba a un equipo como Lanús que a lo largo de la Copa había demostrado ser muy fuerte tanto a nivel anímico como futbolístico y si bien en la previa no había un candidato claro, ya que estaba 50 y 50 para cada lado, en la cancha hubo un solo equipo.
Se preveía una final apretada y luchada que se iba a definir por detalles mínimos. Como toda final. Pero esta no fue una final. Fue un monólogo del equipo de Crespo en el que argumentó durante 90 minutos de manera insistente las razones que tenía para demostrar que hoy por hoy es el mejor equipo de Sudamerica. Y no es exagerado afirmarlo de esta manera, ya que claramente el Halcón es el mejor del continente. Y lo demostró no solamente en la red sino en supremacía, en fortaleza y en técnica.
Desde el minuto 1 la pelota fue del Halcón. Crespo apeló a la confiable línea de cuatro con centrales bien parados para contener y batallar con Sand, laterales con salida para sorprender al rival y un volante central bien retrasado como Fernández para que Lanús no cree en tres cuartos. El ex River tuvo línea directa con Larralde, quien fue el organizador del juego con libertad para aparecer en todos los sectores del ataque y generar las mejores situaciones.
Isnaldo y Pizzini fueron salida también, pero tuvieron compromiso para relevar a Paredes y Delgado, por eso De La Vega y Vera fueron una sombra. Bou fue una suerte de media punta, cuyo compromiso derivó en el primer gol de Frías. Ese tanto selló un primer tiempo ideal, que tuvo a Defensa como principal poseedor del balón.
En el ST se esperaba una respuesta de Lanús pero jamás llegó, Romero lo aprovechó con el error de Pérez y liquidó la finalísima. El tanto de Camacho fue la frutilla del postre para un duelo que tuvo un solo protagonista. El protagonista que se terminó consagrando de la forma que lo hacen los grandes equipos en estas competiciones internacionales, sin ningún amarretismo, respetando una idea y haciendo que llegue el corazón a donde no llegaban las piernas. Como lo dijo Crespo, que diagramó y llevó a los papeles un partido perfecto.
